EXCLUSIVA LOOK: Las últimas imágenes de Isabel Pantoja junto a su madre
La pérdida de doña Ana Martín deja sin matriarca al clan Pantoja. Su corazón dejó de latir el pasado 28 de septiembre, alrededor de las 20.00 horas de la tarde, con 90 años a sus espaldas, los últimos de ellos siendo víctima de una dura enfermedad degenerativa. Con su marcha se ha ido el referente para Isabel Pantoja, quien se queda huérfana y completamente devastada. Durante los últimos tiempos, la madre de la tonadillera había estado recluida en Cantora, medicalizada, con todo tipo de atenciones y sus hijos dedicados en cuerpo y alma a ella. Solo salía para acudir al hospital cuando su salud se resentía. Ahora, Look ha tenido acceso en exclusiva a las que son las últimas imágenes de Ana Martín Villegas con vida.
El vídeo que se puede ver en la parte superior de esta noticia muestra la celebración familiar que los Pantoja hicieron en la finca de Medina-Sidonia a finales de mayo del 2018. En las imágenes se ve a una feliz doña Ana frente a una tarta de cumpleaños con las velas correspondientes a los 87 años que cumplía. A su lado estaban sus hijos Juan e Isabel Pantoja, su nieta Ana (hija mayor de Kiko Rivera e Irene Rosales) así como más íntimos.
87 cumpleaños de doña Ana / OKDIARIO
Aunque el cambio físico de doña Ana era bastante evidente respecto a la última vez que se la vio, eran momentos de absoluta alegría. La cumpleañera sopla las velas entre aplausos, sonrisas y en compañía de los suyos. Después, Juan Pantoja le coge la cabeza en un claro gesto de cariño. No había ningún cisma entre madre hijo; ni Kiko Rivera había demandado a su tío Agustín y viceversa; ni había pandemia ni ninguna herencia envenenada que sacar a la luz.
En aquel momento, el mayor problema era la depresión que se le diagnosticó al Dj, algo que no impidió que se acordase en redes sociales de su abuela: «Siempre de mi mano…. Y ahora yo de la tuya…. ¡Gracias por tanto yaya! ¡Ahora me toca devolverte todo lo que hiciste por mí! Feliz 87 cumpleaños. ¡Tu nieto que te adora! 😘», le escribió. También Isabel Pantoja se acordó de su progenitora.
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Kiko era el nieto favorito de doña Ana y dejó atrás sus problemas de salud mental para estar junto a ella ese día, no así su mujer Irene Rosales, que no pudo acudir. Tampoco estuvo presente Isa Pantoja, cuya relación con su abuela no era la mejor. Unos desafortunados y repetidos comentarios hacia su persona, durante su infancia, fueron el detonante por el que señaló a su abuela en diversas entrevistas televisivas.
La fiesta de cumpleaños se llevó a cabo el salón grande donde se encuentra la chimenea principal, un lugar muy destacado de la joya de la corona de la herencia de Paquirri ya que allí se encuentran las cabezas de toro que el diestro atesoraba como recuerdos de su trayectoria. No falta la decoración taurina por los rincones de Cantora, como el cuadro de un maestro con un capote que se ve al fondo. A partir de ahí, la salud de doña Ana empezó a caer en picado hasta su fatal desenlace reciente. Sus restos mortales fueron incinerados en el tanatorio de Jerez y permanecen en Cantora.
La muerte de doña Ana, un punto de inflexión
Desde el festejo del cumpleaños en adelante, los problemas entre miembros de la familia empezaban a florecer. Hasta que llegó el 2 de agosto de 2020, día en el que Isabel Pantoja celebró su cumpleaños en Cantora y momento en el que Kiko Rivera fue consciente de todo lo que había estado ocultando su madre años atrás.
Kiko Rivera Pantoja entrando en la finca Cantora / Gtres
A partir de ahí comenzó un distanciamiento progresivo entre ellos, incentivado por las demoledoras declaraciones del andaluz hacia su madre y su tío tanto en platós de televisión como en redes sociales. Un conflicto grave que la muerte de Ana Martín podría haber apagado. Kiko se desplazó desde Canarias hasta Cantora para reencontrarse con su madre, darse un abrazo y hablar a la cara, un año después de originarse el conflicto. La intérprete de Marinero de Luces le ha pedido ver más a sus nietas. La tristeza por su fallecimiento podría convertirse en un punto de inflexión que suavice la irrespirable tensión familiar.